viernes, 13 de febrero de 2009

SEPTIEMBRE


S E P T I E M B R E





(Septiembre es el mes de la vendimia).

Al terminar de era, lo primero era ir a bañarse a los pilones de la Nava y dejar en el agua todo el polvo del verano. La sensación era de haber dejado todo el cansancio acumulado.
Uno de los problemas en verano siempre fue al agua. En Valdeajos siempre hubo poco agua. Al estar en una meseta sobre la Meseta Castellana es lógica su escasez. A Valdeajos no puede llegar más agua que la se acumula en la pequeña explanada de Carrileja.


La fuente, inaugurada en 1.951 por Alejandro Valcárcel, tiene cuatro caños. Sólo echan los cuatro caños durante el invierno, el deshielo y tras alguna tormenta. A partir de mayo ya sólo uno sale a caño lleno. A partir de mediados de junio el único caño comienza a perder fuerza. A partir de julio comienzan a acumularse erradas. Hay que esperar a la cola. La cola propicia el encuentro y la conversación pero también, a veces, la disputa. Siempre se hacía eterna.
En agosto se corta el agua por la noche para que el depósito acumule un poco de agua y a primera hora se puedan llenar las “calderetas”.
Entonces surge otro problema. Al cerrar el agua no hay sobrante y por tanto no se llenan los pilones. Algunas veces no hay agua para los bueyes y hay que llevarlos a dar agua a Fuente Madierno o a la Nava. Cuando se iba a segar o acarrear y se pasaba cerca de estos pilones se aprovechaba para dar agua y así ahorrar la del pueblo. Las ovejas nunca bebían en estos pilones del pueblo.
En septiembre el problema del agua era acuciante hasta que llegaban nuevamente las lluvias.
Días de descanso que los chavales aprovechaban para ir a coger avellanas a Corvera. No hay muchas. Hay que llegar hasta las más altas. El fardel poco a poco se va llevando. En los días siguientes se irán cascando en corrillos mientras se charla amigablemente.



Las mujeres aprovechan estos días para bajar al río Rudrón a lavar la ropa sucia acumulada durante todo el verano. A primera hora de la mañana cargan los caballos con valdes de ropa. No hay tiempo que perder. Hay que jabonar la ropa, aclarar, dar añil y tender la ropa sobre la hierba para que blanquee. Cae la tarde y quedan ocho kilómetros de camino.

En los siguientes días y, ya cercana la fiesta del pueblo, hacen una limpieza general de todos los utensilios de cocina.
El día 23, San Cristóbal, es la fiesta del pueblo. La víspera los mozos tienen trabajo. Unos van a cortar y traer los ramos, otros irán con sus caballos en busca de los músicos a Basconcillos. Cada caballo llevará atado a su cola otros. Será toda una Odisea colocar en los caballos los instrumentos y a los músicos.
El día 22, por la tarde, se asistía a “vísperas”, oficio religioso que consistía fundamentalmente en el rezo de una serie de salmos y oraciones recitados y cantados en latín. A la salida de la iglesia se lanzaban los primeros cohetes, coincidiendo con la llegada de los músicos.
Al amanecer del día de San Cristóbal los mozos enraman las casas. Colocan un ramo por cada chica, la altura de los ramos irá en relación con la edad de las chicas.
Más tarde comienzas las “dianas”. Los mozos y los músicos recorrían el pueblo. Delante de cada casa se tocaba una breve pieza musical y en voz alta se vitoreaba a los cabeza de familia. Se decía: “A la salud de fulano..., ¡Que viva! ¡que viva!. El ama de casa saca una bandeja con unas copas y botellas de licor y unas galletas. Todos brindan a su salud.


Terminada la misa, se sacaba la imagen de San Cristóbal en procesión por la explanada de Carrileja. Sonaba la música, los cohetes y la tela del estandarte batida por el viento. El mozo mayor estaba puesto a prueba por el viento. Al terminar la misa los hombres charlan sentados sobre las losas de la pared, las mujeres van bajando lentamente y con cuidado mientras comentan la fiesta y los chavales bajan corriendo.
También en casa la comida es especial. Hoy se come en el comedor y hay invitados, entre ellos un músico.
El pueblo se va animando. Llegan mozos y mazas a caballo o en bicicleta de los pueblos de alrededor. En las cantinas no se cabe.
Al caer la tarde los músicos ya están en el templete preparando sus instrumentos. Pronto comienzan a tocar piezas bailables. Las parejas se van animando. El baile se prolongará hasta la una o dos de la madrugada.
El segundo día de fiesta, de nuevo había un pasacalles y dianas especialmente dedicadas a las invitadas. Por la tarde, de nuevo música y bailes como el día anterior.
El que nunca faltaba en las fiestas era el confitero, que vendía confites, caramelos, almendras y aquellas cachabas de caramelo exageradamente grandes.
La manutención de los músicos durante los días de fiesta corría a cargo de los mozos.
Si habían llegado las primeras lluvias, se comenzaba a sembrar los hieros sobre las tierras que habían estado sembradas de trigo. Previamente se había quemado el rastrojo.
El día 29, San Miguel, era la fiesta de San Andrés. La juventud acudiría al baile los días. Llegarían tarde y el trabajo estaría acompañado de mucho sueño.


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