domingo, 8 de febrero de 2009

JUNIO

JUNIO











(Junio representado por un campesino que siega con dalle o una hoz hierba).

El día 2 era el día de San Juan de Ortega, día de fiesta comarcal. A primera hora, las gentes de todo el ayuntamiento se dirigen a la ermita de la Virgen de Brañosera.
Al entrar en el campo frente a la ermita flotaba un espíritu de fiesta. Saludos entre aquellos que llevaban tiempo sin verse. Suenan alegres los campanillos de la ermita.
Salen los sacerdotes y comienza la misa solemne a ritmo de gaiteros y músicos. Un largo y vibrante sermón del sacerdote invitado. El silencio de la consagración queda roto con las notas del himno nacional. Con el ite misa est, se inicia la procesión. En primer término, el estandarte llevado por el mozo mayor de San Andrés. Siguen los hombres con la boina en la mano. En el centro la Virgen románica de Brañosera, llevada por cuatro mozos también de San Andrés, con los sacerdotes y monaguillos. Rematan la procesión las mujeres, entonando distintos cantos dedicados a la virgen. La ceremonia religiosa se finaliza con el cántico solemne de la Salve a dos coros, uno los sacerdotes y otro, el pueblo.
Aunque la fiesta de San Juan de Ortega es comarcal, la ermita de Brañosera está en el término de San Andrés. De ahí que los mozos de San Andrés sean los que llevan el estandarte y los que llevan la Virgen. Para ellos es un honor.
Terminada la misa comienza la fiesta.
Los niños echan miradas golositas sobre caramelos y chicles. Gastan rápidamente los ahorros que han ganado buscando corderos o haciendo recados. Había dos o tres confiteros que vendían todo tipo de dulces. Hacían también rifas de dulces de más valor, como cachavas de caramelo, vendiendo boletos de cartas. También jugaban al bote, echando los dados, mozos y casados. Mientras los mayores charlaban en corros con familiares de otros pueblos.
Al medio día, las familias se disponían a comer sobre la hierba. Era una comida especial y muy animada por la bota y los invitados. Los niños compraban una gaseosa a Basiliso.
Por la tarde comenzaba la música. Poco a poco, los más atrevidos o más divertidos, iban saliendo a bailar e iba creciendo la animación y la diversión. Pronto comenzaba el goteo de los que se iban para sus casas. Primero los matrimonios, luego los chiguitos y finalmente los mozos acompañaban a las mozas.
Pocos días más tarde se anunciaba la fecha de la siega de la pradera de abajo, San Juan y Nonadilla para que todos comenzaran a segar el mismo día y así no se pisaran unos a otros. Este anuncio se hacía también a los pueblos de alrededor, pues había propietarios de prados de Sargentes, Ayoluengo y San Andrés. En estos pueblos había muy pocos prados. A la semana siguiente comenzaría la siega de la pradera de la Nava.




El ir y venir de gente con dalles y rastros, hombres y mujeres, mozos y mozas, chiguitos y chiguitas de los pueblos de la Lora, el buen tiempo, creaba un espíritu de semifiesta.
El segar la hierba a dalle era un trabajo muy duro y cansado. Había que tener fuerza y maña para ser un buen segador. A cada trecho se necesitaba un pequeño respiro. Al dar pizarra al dalle se mataban dos pájaros de un tiro. Se recuperaban fuerzas y ahora el dalle corría más suelto.
El silencio del campo se rompía con el ritmo de las pizarras sobre el dalle y el martillo sobre el yunque picando el dalle. Tras el segador iba un niño o una mujer esparciendo cada trecho.



El día siguiente era un día alegre y casi de fiesta. Había que dar vuelta la hierba para que se secara mejor. Era un trabajo muy llevadero. Daba motivo al encuentro de gente joven de todos los pueblos.
Al día siguiente se acarreaba. La caja del carro se alargaba y se daba mayor altura con empalmes de madera, las angarillas, para poder aumentar su capacidad. Como los prados eran pequeños, muchas veces, para completar la carga se recorrían varios prados. El trabajo más molesto era el del pajar por el picante polvo que desprendía la hierba seca. Al terminar el día ¡cuánto se hubiera agradecido una buena ducha!. Sueño imposible, sin agua corriente en casa. Los chavales solían ir a bañarse a los pilones de la Nava, aunque no era muy bien visto por los mayores.
En la segunda quincena del mes de junio se procedía a una de las labores más costosas, sudorosas y desagradables del oficio de labrador-ganadero: el "Esquileo". El esquileo tenía una doble finalidad: higiénica, para evitar que el exceso de lana sofocara a las ovejas, y económica para el consumo propio y venta en el mercado.
El "Esquileo" bien hecho es un verdadero arte, en el manejo de las tijeras que son llevadas con destreza y habilidad mientras van avanzando por el cuerpo de las ovejas al cortar la lana y produciendo una especie de música metálica, acompasada con el movimiento de las manos del esquilador: unas veces sujetando la cabeza del animal entre las piernas, otras retirando con su mano izquierda la lana cortada mientras corta con la derecha, cuidando mucho que se quede unida.
Eran sus propietarios quienes realizaban este trabajo. Se encerraban las ovejas en la “tinada”. Cada esquilador cogía una oveja, la tumbaba en el suelo y trababa sus cuatro patas para que no se moviera, atándolas con una cuerda.
Se esquilaba siempre con tijeras de muelle debidamente afiladas y se guardaban una vez acabada la faena impregnadas de aceite para que no se oxidaran; podía colocarse un alambre en la punta para que permanecieran cerradas hasta el año siguiente.



Este era un trabajo que no dominaban bien los labradores y eran frecuentes los cortes de piel que trataban de curar con un poco de “cernada”, ceniza.
Aunque se esquila en junio, el clima de Valdeajos es muy traicionero. Un año llegó una tormenta con un frío cierzo y encontró a las ovejas desprotegidas, sin su abrigo. El pastor trató de resguardarlas en Bocacorvera, pero se aterecieron cuarenta o cincuenta ovejas.
El día de San Juan era día de enramar. La víspera los mozos cogían un carro e iban a monte a cortar pequeñas roblatas. Por la noche dejaban un ramo en las casas que había mozas, al mismo tiempo que cantaban: “enramadita te dejo con un ramito de olivo y a la mañana dirás que te ha enramado ....” Todo un detalle de buen gusto y buenas costumbres.

1 comentario:

  1. felicitaciones, soy de un pueblo de valderredible indefectiblemente unido al "Paramo", muchas de las cosas que cuentas no las he vivido pero las he escuchado, aunque pocas veces las he visto tan bien escritas y descritas. Interesantísimo... y algunas cosas , solo algunas, me gustaría recuperarlas en la zona, a la que voy a regresar.
    felicitaciones otra vez

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